Limpieza de los bordados del Manto de Procesión de María Santísima de la Soledad, de la Real Cofradía de Minerva y Vera+Cruz, León.
Nuestro trabajo ha consistido en la limpieza de los bordados, asi como del terciopelo negro de soporte y de la doble pasamanería que rodea el mismo. En la boca del manto no se ha podido restaurar el encaje de plata, por lo que se ha sustituido por un encaje de conchas de hojilla en plata. Igualmente se ha sustituido el forro antiguo por uno nuevo de seda en color negro.
El manto fue bordado en el Monasterio de San Miguel de Las Dueñas, en León, estrenándose en la Semana Santa de 1947. Desde entonces no ha sido objeto de ninguna intervención de conservación, manteniendose hasta el momento actual en muy buen estado, y precisando solamente la restauración de la doble pasamanería en algunos puntos, y la limpieza de los bordados y del terciopelo.
El diseño presenta el escudo de la Cofradía en el centro, con los Atributos de la Pasión en la zona delantera del mismo rodeados por hojarascas en plata cerrando la cola del manto la Columna de la Flagelación, con diversos motivos vegetales. Finalmente el manto está salpicado por multiud de pequeñas flores de cinco y seis puntas.
En cuanto a los bordados, están realizados en recorte de plata y canutillo de plata, con algunas de las flores que salpican el manto bordadas en camaraña de plata. ELas piezas de recorte presentan alguna peculiardad, como es el que algunas de ellas están matizadas con óleo para darles tonos rosados. El canutillo está realizado con gran limpieza, consiguiendo bellos efectos geométricos en todas las piezas.
Se ha procedido a un cepillado previo de todo el manto para eliminar el polvo e impurezas que pudiesen estar presentes, para a continuación proceder a la limpieza de los hilos de plata, devolviendo a los mismos parte de su brillo original.
A continuacion presentamos fotografías del manto antes y despues de la restauración, asi como la memoria que se ha publicado en la revista editada por la Cofradía en los días próximos a la Semana Santa.
Cruz, antes de la limpieza |
Cruz, después de la limpieza |
marcas de talco en una parte del manto, descubiertas durante los trabajos de limpieza. Ver artículo al final de la entrada |
El manto inacabado
de la Virgen Guapa
Hermanos Labanda
Urbano (publicado en la revista de la R.C. de Minerva y Vera+Cruz, 2013)
En los días previos a
la Semana Santa de 1947 se presentaba en León el nuevo manto con el que la
Cofradía de Minerva y Veracruz completaba el ajuar de Nuestra Señora de la
Soledad. La prensa local se hacia eco de la noticia describiendo en reseñas y
artículos detalladamente la obra, tal y como reflejamos a continuación en este
recorte de una edición de Proa. (Proa, 18-3-1947, p. 2)
"El domingo
admiraron los cofrades de la Minerva el hermoso manto negro, de terciopelo, que
regala a la Virgen de la Soledad, de San Martín, que sale en la Procesión del
Santo Entierro, la familia Arriola. Está bordado en plata por monjas de San
Miguel de las Dueñas y es una obra finísima.
En el centro lleva
el escudo de la Cofradía de la Minerva, cuyo cáliz es una preciosidad en oro y
plata bordado, habiendo añadido al escudo unas estrellas de plata que no
figuran en él, pero adornan. Bajo el escudo va la corona de espinas de tres
clavos. Más abajo, cerca de la orla, la columna y los azotes. En la caída de la
parte delantera en los ángulos está bordada a la derecha la cruz y a la
izquierda las escaleras y otros atributos de la Pasión. Diversos adornos de
flores sobriamente distribuidos dan un efecto artístico. El manto va tachonado
de estrellas en plata".
La Soledad cambiaba de
esta forma su primer manto procesional, que había sido confeccionado por
algunas de las mujeres de los seises de la junta, y donado por ellas a la
Virgen. El manto de 1947, donado por la familia Arriola, la gran impulsora del
paso de palio de Minerva en sus inicios, ha llegado a nuestros días en un
impecable estado de conservación, pudiendo solo encontrar en él algunos efectos
producidos por el paso del tiempo y el desgaste propio de una obra que está
dedicada a procesionar.
El manto está
confeccionado en terciopelo de seda color negro y bordado en plata. El diseño
corresponde al estilo romántico de finales del S XIX. Este punto es llamativo,
ya que la obra se entregó en 1947. La técnica del bordado, recorte de tisú en
plata con matizados en canutillo de plata es también mas propia de finales del
siglo XIX que de mediados del siglo XX. Esta técnica, de ejecución sencilla
pero muy efectista tiene otros buenos exponentes en la ciudad de León, como
puede ser el paño de altar de la capilla del Cristo de la Victoria, y fuera de ella, como la saya de
procesión de la Soledad de San Frontis, en Zamora. La técnica se hizo popular
en el siglo XIX en algunos talleres catalanes que preparaban vestiduras bordadas
en canutillo para imágenes normalmente marianas de pequeño tamaño conocidas
como de Cap i Pota, por tener solamente tallados la cabeza, manos y pies, y que
eran adquiridas por familias adineradas para devoción particular.
Posteriormente y en relación con algunas imágenes de vestir realizadas por los
talleres de Olot, la técnica se sobredimensionó para hacer bordados para
imágenes de tamaño natural. Debido a su menor coste económico, y a la mayor
sencillez de la técnica este tipo de bordados se popularizó sobre todo en la
mitad norte de España, donde la dotación económica de las cofradías era más
escasa.
En el caso concreto del
manto de la Soledad de Minerva y Veracruz, aparecen en los bordados algunas
peculiaridades que hacen del taller de San Miguel de las Dueñas un diestro
exponente del bordado en la provincia de León por su ejecución. Así, la forma
de dar textura a los pétalos de algunas flores con complicados motivos
geométricos en canutillo, o la curiosidad de que algunas flores presenten un leve
tono rosa llevado a cabo con óleo sobre el tisú de plata confieren al manto una
calidad y una importancia que pasa desapercibida. Igualmente es reseñable el
cáliz que figura en el emblema. Es la única pieza bordada sobre tisú de oro, y
presenta sobre él otro derroche de imaginación en el salpicado de canutillo de
plata que lo matiza.
Pero si los bordados
son de gran calidad en su ejecución, también lo es la pasamanería de plata que
rodea el manto. Realizada en material de primera calidad, consiste en un juego
de bucles dobles realizados en plata fina mate y brillante. Esta pasamanería se
dispone perimetralmente, en dos franjas concéntricas que dirigen la atención
del observador hacia el centro del manto, donde está el escudo de la Cofradía.
Los trabajos que se han
llevado a cabo consisten en la limpieza general del terciopelo, que presentaba
algunas salpicaduras de cera que se han retirado, principalmente en la parte
delantera; la limpieza de todo el bordado, extrayendo de él el polvo y la
suciedad acumulada, para devolverle parte del brillo que tuvo inicialmente; y
la limpieza y restauración de la pasamanería de plata en aquellos lugares en
que presentaba desperfectos. Posteriormente se le ha retirado el forro original
que tenía, cambiándolo por uno de seda color negro.
Pero quizá el dato más llamativo en referencia al
manto de la Soledad de Minerva es el que a continuación detallamos. Durante el
tiempo que han durado las labores de limpieza, y gracias a la observación
detallada del manto, hemos encontrado un interesante hallazgo del que nadie nos
ha podido dar razón alguna, ni en la Cofradía, ni en los artículos de prensa de
la época que se nos han facilitado. En las caídas delanteras del manto se ha
identificado una serie de punteados indelebles con forma de pequeños ramilletes
de flores, simétricos en ambos lados del manto. Este tipo de señales son las
que se emplean en el montaje de las piezas bordadas en el terciopelo. La razón
por la que pueden estar presentes estas señales no se nos ha especificado. Puede
ser que por una falta de presupuesto no se completase el bordado del diseño
entero del manto. Esto parece poco probable, ya que de ser así, se habrían
retirado estos elementos bordados antes de pasar al terciopelo, y no figurarían
las marcas. Otra opción que parece más plausible es que por una falta de tiempo
quedase pendiente para después de la Semana Santa de 1947 terminar de montar
las últimas piezas del manto, y finalmente, por diversas razones, no se
finalizara, ya que la ausencia de esas piezas no produce vacíos importantes en
el manto. En este punto solamente podemos hacer conjeturas de lo que ha podido
ser, ya que no hay ninguna documentación al respecto.
A
modo de conclusión, estamos ante una pieza bordada que ha pasado desapercibida
quizá por la tendencia que tiene la Semana Santa de León a centrarse en los
pasos de misterio mas que en los palios, o quizá por que sale en procesión
solamente cada dos años, pero en la que esta circunstancia ha permitido que
llegue a nuestros días en muy buen estado de conservación. Es un manto que ha
sido testigo de excepción de una época pasada, y que debe ser considerado como
una pieza relevante dentro del patrimonio textil de la Cofradía y de la Semana
Santa de León.